viernes, 29 de mayo de 2009

Existís

Nadie te conoció.

Nadie supo de vos.

Nadie te sintió.

Nadie te escuchó.

Nadie te vio.

Nadie te quiso ni nadie te odio.

Nadie te retó, nadie te alentó.

Nadie te cantó, nadie te bailó.

Nadie te recordó ni nadie te olvidó.

Nadie te creó ni nadie te destruyó.

Nadie te vio pasar ni nadie te espera.

Nadie te sigue y nadie te reconoce.

Nadie te vio pasar y nadie te detuvo.

Nadie te pensó y nadie te necesitó.

Nadie te comprendió y nadie te ayudó.

Nadie te ganó y nadie te perdió.

Nadie te anheló y nadie te perseveró.

Nadie te calló y nadie te hizo hablar.

Nadie te sufrió.

Nadie te besó y nadie te acarició.

Nadie te sonrió.

Nadie te habló.

Nadie te acompañó.

Nadie te escribe y nadie te lee.

Nadie te hizo pensar y a nadie sorprendiste.

Pero yo sí, en la calle del existir.






Vlasta*.

jueves, 28 de mayo de 2009

Recordando tu expresión

Gabriel estaba en su rato de descanso del trabajo, comiendo y escuchando música. Se sentía como siempre, un poco cansado y con ganas de irse a su casa. Entre las canciones que sonaban en la radio que escucha habitualmente había una en particular que le llamó la atención. Sentía que la conocía, sabía que alguna vez alguien se la hizo escuchar por eso se quedó escuchándola con mucha atención.

Esa canción se refería a las ganas de volver a ver a esa persona que a uno le gusta tanto. Pero, ¿quién se la había mencionado? Sus amigos no habían sido, porque ese tipo de música no les gusta, tampoco sus familiares; compañeros de la facultad, ni ahí; su ex, mmm, no no, nunca la había escuchado; ¡ya sé, sus loquitas con que anda a veces!, eeem, no, si ni siquiera habla de música con ellas. Pero, ¿y entonces quién fue? El hecho de que alguien se la hizo escuchar era verídico, porque eso lo sentía, pero no sabía quién podría ser.

Cuando termina la canción, el locutor dice el nombre de la banda. En ese momento se le vinieron miles de cosas a la cabeza: recuerdos, imágenes, muchas cosas, pero lo que supo al instante era que esa canción se la había hecho escuchar una chica, no cualquier chica, era esa que no quiso conocer más de la cuenta porque si lo hacía sabía que le iba a gustar mucho.

Se llamaba Sara. La había conocido en una fiesta hace meses. Le gustaba por lo agradable que era, por su dinamismo interno, por supuesto que por su belleza exótica, su buen gusto por la música, su onda nunca antes vista en las mujeres que ya había conocido. Lo entendía, lo ayudaba, lo alegraba, le hacía bien, también lo volvía algo inseguro porque nunca había conocido a alguien así, y por eso tenía miedo de perderse esta oportunidad. Había un problema, él tenía mucha experiencia en romances, y eso lo volvía loco, porque tenía muchas ganas de tener una relación, pero Sara era demasiado inexperta y no quería lastimarla, además no quería ilusionarse. Se vieron un par de veces, pero cuando le contó a sus amigos de ella, inmediatamente le advirtieron que no la viera más, que se estaba metiendo en algo bastante complicado. Obviamente que les hizo caso, y por ese motivo no se habían visto más desde la última vez. Claro que se comunicaban de vez en cuando, pero de un día para el otro no se comunicaron más. Ella dejó de hacerlo y él no insistió. Siguieron sus vidas, como debería ser.

Pero lo que él no sabía era que, paralelamente, Sara también estaba escuchando esa canción, esa estación de radio, porque como sabía que a Gabriel le gustaba la empezó a escuchar. Y ella recordó el momento que la escucharon, en lo que se habían dicho, y en lo que sucedió después. Tenía muchas ganas de volverlo a ver, porque le había caído bastante bien, además de que le gustaba, no había conocido después a un chico como ese. Gabriel le había enseñado muchas cosas de las cuales ella está agradecida: ser una misma, arriesgarse, decir lo que piensa, ser más madura, ser independiente, ser segura en lo que hace y en lo que piensa, confiar, y muchas cosas más. Pero sabía que ese momento de sus vidas no era el adecuado para estar juntos, para entablar una relación seria.

Ambos sabían eso, también tenían la esperanza de que algún día se volvieran a ver, y ese día sería un día grandioso para los dos.

Y fue en ese momento de descanso de Gabriel que ambos reflexionaron acerca de sus vidas, de lo que querían, de lo que debían hacer. Se sintió renovado, como aquella vez que había conocido a Sara. De alguna manera, sintió que ella lo ayudaba, le daba aliento y ganas de sonreír, de ponerle sazón a la vida, a la distancia tal vez.

Desde algún lugar, los dos se comunicaron, a través de la música, como siempre lo hicieron, y fue así que los dos tuvieron ese momento de reflexión en sus vidas, también de nostalgia, pero aún así viven comunicándose a través de la música, sí, como siempre.






“Recordado tu expresión, vuelvo a desear
Esas noches de calor, llenas de ansiedad…”






Vlasta.*

miércoles, 27 de mayo de 2009

Amores imposibles, únicos.

Todos alguna vez tuvimos algo así como un amor imposible. Desde que éramos muy chiquitos pensábamos en ese actor de telenovela, un artista o músico, el amigo de un hermano, un compañero, nos sé, pero todos alguna vez creamos a nuestro amor imposible o simplemente surgió de la vida.

Generalmente ese amor imposible no lo vemos muy seguido, y nos imaginamos cómo sería su personalidad, qué hace, qué siente, qué lo conmueve, qué piensa, y si lo vemos sólo nos contemplamos en verlo y observar todos sus movimientos, gestos, aspectos, en su físico. Soñamos a veces con esa persona, o no, pensamos en esa persona como alguien re lindo, re carismático, vivaz, diferente, auténtico, único. Imaginamos que salimos con él, que paseamos, conversamos, nos divertimos, la pasamos bien. Nos desilusionamos cuando terminamos de pensar en él porque sabemos que, justamente, es imposible que pase algo, nos lo encontremos, hablemos, intercambiemos ideas, nos gustemos de la misma manera y se concrete esa fantasía que se encuentra inmersa en la realidad. Y se nos hace difícil seguir con esa fantasía, porque creemos que nunca lo veremos, y si lo vemos, no pase nada, porque inmediatamente pensamos en las razones por las cuales no se puede estar con esa persona.

Pero, hay amores y amores imposibles, que esto no se nos olvide. Está ese amor imposible que no conocemos, y que ni vemos con frecuencia, es decir, se basa en una persona real pero nos la creamos nosotros, lo idealizamos. Está ese otro que conocemos pero casi ni lo vemos y por diferentes razones no se puede concretar. También está el que conocemos y vemos con mucha frecuencia, pero es aquel amor imposible que nos duele aún más, porque es el amor no correspondido y siempre lo vamos a tener en cuenta en nuestra vida, porque sabemos cómo es, y se encuentra en nuestra realidad y no en nuestra fantasía, y eso nos frustra mucho. Y hay muchos más.

Si tuvimos el privilegio de haber estado con esta persona alguna vez en nuestras vidas, lo que nos pasa es que la recordamos, como una experiencia inigualable, distinta a las demás. Es ahí cuando nosotros en algún tiempito que tenemos a solas, o tal vez no, fantaseamos, o recordamos. Pensamos en lo vivido, en lo lindo que fue, en cómo nos sentimos también nosotros, que capaz decíamos qué increíble es esto, lo que nos hacía sentir toda esa experiencia. Y capaz que así nos descubrimos también nosotros. Fue aquella que no se pudo prologar mucho, pero que con ese poco tiempo aprendimos, nos encontramos a nosotros mismos, maduramos, comenzamos a creer en otras cosas que aún hoy creemos y que hasta ese momento no creíamos, nos enseñó a ser uno mismo, a creer en uno mismo, a ser espontáneos, a cambiar, modificarnos, transformarnos, adherir conocimientos, fue esa lección que nunca se olvida. Y por eso a veces, en este caso, decimos que es imposible, porque más allá que no se hubiese vivido cómo uno quiso o que hubiese durado aún más, no va a ver otra persona que iguale lo que se vivió y eso es lo que lo hace imposible.

Son esos amores que nos gusta tenerlos, porque en el momento en que escuchamos una canción linda o no, cuando vemos algo referido a esa persona, cuando vemos, que sé yo, un cartel que dice su nombre, personas que son parecidas a él, cuando vemos a quienes llevan su misma forma de ser, de pensar, vestimenta, música, peinado, sus aspectos físicos parecidos, o gestos, nos acordamos de él, y sentimos algo único, somos diferentes. Más allá que si estemos enamorados o no de esta persona, no gusta tenerlo igual, aunque digamos que no, son sensaciones que nadie nos las produce y es por eso que lo seguimos conservando.

Pero como la vida sigue, es bueno conservarlo, recordarlo como una experiencia buena, aquella que siempre estará presente en nuestra vida, y que sólo esa persona y nosotros sabemos cómo fue, qué sentimos y qué nos produjo. Es aquella que nos marcó y nos hace ser, en parte, lo que somos.

Por eso, si alguno de ustedes creen tener un amor imposible como este, no se repriman, no crean que son tan imposibles las cosas, porque el que se crea esas cosas es uno mismo, traten de concretarlo, porque les ayuda mucho en la vida. Es seguro que uno corra riesgos, ya sea por enamorarse o porque guste mucho de esa persona, pero si uno no prueba nunca se va a enterar. Asique anímense, porque si bien se sufre, también se disfruta. Hagan siempre lo que sientan, porque cuando lo hacen es lo más grato que pueden tener. Y más que nada, sean ustedes mismos porque es ahí cuando se van a dar cuenta que valió la pena.








“ No me desanime, a veces cuesta, pero hoy no me desanime ”







Vlasta.*

martes, 26 de mayo de 2009

Solos, ¿y?

¿Nunca les pasó que tienen días en los que se sienten incompletos, que no tienen muchas ganas de hacer sus cosas habituales, no son como siempre, es decir, que no se sienten como de costumbre?

¿No les pasa que quieren hacer muchas cosas a la vez, que tienen proyectos, pero que en algún momento se dan cuenta que no lo pueden hacer porque, como dije, se sienten
incompletos?

Mmm, me parece que alguna vez seguro les pasó. De hecho nos pasó o nos pasa a todos, incluyéndome. Creen que tienen todo controlado, que hay cosas que no les afecta porque son mínimas, insignificantes, o si están mal inmediatamente se quieren olvidar de todo haciendo otras actividades, que por cierto son muchas, y sólo tratan de concentrarse en sus cosas cotidianas, en la rutina. Pero lo cierto es que nos refugiamos en todo eso, porque de esa manera nos olvidamos de lo que nos pasa. Nos terminamos de dar cuenta que nos falta algo, que algo anda mal en nosotros, y sabemos muy claramente cuál es la razón: estamos solos.

Estamos solos porque tenemos mal de amores, porque todavía no encontramos a la persona que nos haga brillar cada día, porque no nos permitimos conocer a otras personas o no queremos hacerlo porque tenemos miedo de que nos lastimen, porque simplemente queremos estar solos porque nos cansamos de estar mal acompañados y nos conformamos con esas diversiones que nos hacen sentir bien momentáneamente. Y nos pone mal no tener a esa persona que queremos que nos aliente, nos ayude, nos dé cariño, en fin, nos ame.

Muchas personas nos dicen que no nos hagamos problema que somos jóvenes, o si somos grandes que en algún momento nos llegará. Pero igualmente seguimos solos, y nos consuelan, pero, seguimos solos, y nos duele.
Llega un momento que estamos cansados de estar solos, y es ahí cuando tomamos decisiones erróneas, que nos dañan. Nos convertimos más inseguros, más irritables, conformistas, melancólicos, malhumorados. No sentimos las mismas ganas de siempre, no estamos muy conectados con el resto del mundo, porque estamos muy encerrados, sí, en nosotros mismos. Y nos sentimos así más que nada cuando no hay gente a nuestro alrededor, y si es así, es gente que no conocemos, la que está en la calle, la que no es cercana, porque nuestra gente siempre nos distrae, también cuando hacemos cosas con ella. Y la soledad es nuestra única compañera que entiende nuestra situación, lo que sentimos, y es por eso que la consideramos como única compañía.

Y vemos a personas muy cercanas a nosotros que están en pareja, que nos cuentan lo hermoso que es estar así, lo que es el compañerismo y el amor mutuo, y nosotros cada vez nos agobiamos más y más, sintiendo que nunca tendremos una relación así, como ellos que aunque se peleen igualmente se amarán y seguirán juntos a pesar de sus diferencias.

A veces nos ponemos a recordar en nuestras experiencias amorosas, buscando alguna posibilidad de no estar solos, pero nos damos cuenta que vamos a perder el tiempo si volvemos a padecer lo mismo.

Nos molesta igual estar así. Aunque si pensamos que al salir a la calle encontraremos a esa persona que nos haga feliz, que nos ame, entonces siempre que salimos deberíamos tener en cuenta esa expectativa que nos movilizaría en cierto modo a seguir en nuestras vidas, tratando de no esforzamos, ya que si nos sale mal no nos frustremos.

Entonces el estar solo sería una ventaja tal vez, para conocernos más, para experimentar, para concentrarnos más en nosotros, en otras cosas de nuestra vida, y pensar que capaz este momento que vivimos no es el adecuado para estar con alguien, y eso será en el momento adecuado, cuando todo sea como tenga que ser, y no pensar tanto en el futuro, porque de ese modo estaremos preparados y fuertes para encarar esa nueva etapa de nuestras vidas, porque todo llega a su debido tiempo, como dice alguien que quiero mucho. Es verdad, las cosas no hay que acelerarlas, porque no dejamos que las cosas sucedan.

Asique los que estemos solos no perdamos esa esperanza, de encontrarnos con alguien, que puede ser cualquier persona, en algún lugar, que puede ser a la vuelta de nuestra casa, quién sabe, ¿no?






“No te esfuerces tanto, las mejores cosas suceden cuando menos te las esperas”
(Gabriel García Márquez)








Vlasta.*

lunes, 25 de mayo de 2009

Me cansé

Me cansé de la hipocresía, me cansé.

Me cansé de la mediocridad, me cansé.

Me cansé del fracaso, de las personas que se empeñan en tirarnos abajo, me cansé.

Me cansé de quienes nos desaniman, nos hacen daño, nos molestan, nos arruinan, no nos ayudan, me cansé.

Me cansé de las dictaduras militares, en el pasado drástico y terrorista del mundo, y que aún hoy existe, me cansé.

Me cansé que nos roben, se aprovechen, me cansé.

Me cansé de la ignorancia, esa que también se ignora, de la mentira, el engaño, la falsedad, me cansé.

Me cansé del orgullo, el individualismo, me cansé.

Me cansé de la incomunicación, que no nos escuchen, de la incomprensión, de la mente cerrada, me cansé.

Me cansé de perder, de perderme y de las pérdidas, me cansé.

Me cansé de los proyectos que no se concretan, de las falsas promesas, me cansé.

Me cansé de la inseguridad, tanto de la calle como la que uno mismo se crea, me cansé.

Me cansé que las personas no cambien o se modifiquen para bien, me cansé.

Me cansé del autoritarismo, del egoísmo, del “careteo”, me cansé.

Me cansé de la celosía, la envidia, de la falta de respeto, me cansé.

Me cansé de la pobreza, del sufrimiento, la tristeza, la maldad, me cansé.

Me cansé del pesimismo, la injusticia, la frialdad, la represión, del sometimiento, me cansé.

Me cansé de las personas que no son demostrativas, de la desigualdad, la falta de fe, falta de consideración, del prejuicio, el miedo, me cansé.

Me cansé de los hijos del rigor, y de ser como ellos, me cansé.

Me cansé del conformismo, el idealismo, las guerras, las angustias, la bronca, el odio, me cansé.

Me cansé de la indiferencia, los cobardes, la discriminación, me cansé.

Me cansé de las malinterpretaciones, las peleas, los insultos, la intolerancia, me cansé.

Me cansé de los que no quieren soñar, no se muestran cómo son, los que no son auténticos, me cansé.

Me cansé de las enfermedades, de la inconstancia, lo imposible, los que ocultan cosas, me cansé.

Me cansé del desamor, el egocentrismo, del auto cuestionamiento, me cansé.

Me cansé de la intranquilidad, de los oportunistas, me cansé.

Me cansé de muchas cosas más, me cansé.

Y ¿saben qué?, me cansé de cansarme.





Porque no hay nada más extraño
Que ser tu adversario
Solamente por no pensar igual
Solamente por no sentir igual que vos…




Vlasta*.

domingo, 24 de mayo de 2009

Vlasta, la mujer del arrabal

Me senté recién, estoy escuchando música, que por cierto es Antonio Biravent (un genio, la verdad que me transmite un no sé qué), y al principio no sabía qué escribir, porque me pasa que cuando me entusiasmo y tengo muchos pensamientos e ideas, y las trato de plasmar todas no sé por dónde empezar. Sí, soy ansiosa y lo sé desde que tengo sentido de razón, no me daba cuenta de lo que eso me generaba, mejor dicho me genera, hasta que un día una persona muy cercana me lo dijo, y ahí fue cuando lo supe (es un milagro que no haga el dequeísmo en este momento, porque siempre lo hago y alguien siempre me corrige). Siento muchas cosas estando acá, en este espacio en el cual puedo mostrarme cómo soy, lo que pienso; es que no siempre digo lo que pienso en realidad, las cosas que quiero hacer, mis capacidades (las cuales hay muchas que todavía estoy descubriéndolas), todo eso que me transmiten las personas. Y la verdad que está bueno esto de escribir.

Tuve una experiencia el año pasado que me trajo mucha bronca y tristeza, no sabía cómo descargarme porque ya nada me servía, y entre sollozos, estando sentada en el piso y apoyada contra mi cama, miré una lapicera y un cuadernito que estaban en el escritorio de mi habitación, y algo dentro de mí sintió que tenía que tomarlos y escribir. No sabía cómo plasmar todo lo que me pasaba, toda esa bronca. Pero simplemente escribí, bueno, fue un intento de poesía, no borré nunca nada cuando lo hacía, era como que solo todo se iba depositando, todo iba quedando en ese papel, inspiración, descargue y muchas sensaciones más sentí. Era todo una gran fluidez. Fue la primera vez que me sentí muy desahogada. Nunca creí que un papel y una lapicera me iban a ayudar tanto.

Pasaban los días y todavía tenía que lidiar con esa experiencia, pero llegaba a mi casa, y en algunos de esos momentos en lo que ya no daba más, miraba ese papel y lo leía, cuando terminaba me sentía mucho mejor. Pasaban otras cosas más, pero yo tomaba papel, lápiz (o lapicera) y escribía todo lo que sentía, capaz que no era muy directa pero lo hacía y me sentía muy bien. Y como dije, también lo leía y me sentía mejor.

Y así fue que empecé a escribir, sólo lo hago en momentos en que me pasan cosas las cuales me generan ciertos sentimientos que quiero transmitir, esa es mi inspiración.
No sabré de literatura como muchos o no tengo tantos conocimientos como otros, tampoco escribiré narraciones ni poesías ni cosas parecidas a la perfección, y no me interesa hacerlo, valoro mucho a esas personas, pero ¡qué bueno es escribir! .

Dudo que la gente vea esto, pero me pone bien escribirlo, no sé, me gusta, me expreso, soy así, la verdad que me pondrá muy contenta si lo ven porque acá soy yo misma, sentada y escribiendo, sintiéndome bien.
Soy Vlasta, la mujer que está en el arrabal, donde soy yo misma. Sin limitaciones, sin frenos, solo mi forma de ser.




Todo arrabal
Tiene lujos de pobres
Miserias ricas




(Mario Benedetti)









Vlasta*