domingo, 24 de mayo de 2009

Vlasta, la mujer del arrabal

Me senté recién, estoy escuchando música, que por cierto es Antonio Biravent (un genio, la verdad que me transmite un no sé qué), y al principio no sabía qué escribir, porque me pasa que cuando me entusiasmo y tengo muchos pensamientos e ideas, y las trato de plasmar todas no sé por dónde empezar. Sí, soy ansiosa y lo sé desde que tengo sentido de razón, no me daba cuenta de lo que eso me generaba, mejor dicho me genera, hasta que un día una persona muy cercana me lo dijo, y ahí fue cuando lo supe (es un milagro que no haga el dequeísmo en este momento, porque siempre lo hago y alguien siempre me corrige). Siento muchas cosas estando acá, en este espacio en el cual puedo mostrarme cómo soy, lo que pienso; es que no siempre digo lo que pienso en realidad, las cosas que quiero hacer, mis capacidades (las cuales hay muchas que todavía estoy descubriéndolas), todo eso que me transmiten las personas. Y la verdad que está bueno esto de escribir.

Tuve una experiencia el año pasado que me trajo mucha bronca y tristeza, no sabía cómo descargarme porque ya nada me servía, y entre sollozos, estando sentada en el piso y apoyada contra mi cama, miré una lapicera y un cuadernito que estaban en el escritorio de mi habitación, y algo dentro de mí sintió que tenía que tomarlos y escribir. No sabía cómo plasmar todo lo que me pasaba, toda esa bronca. Pero simplemente escribí, bueno, fue un intento de poesía, no borré nunca nada cuando lo hacía, era como que solo todo se iba depositando, todo iba quedando en ese papel, inspiración, descargue y muchas sensaciones más sentí. Era todo una gran fluidez. Fue la primera vez que me sentí muy desahogada. Nunca creí que un papel y una lapicera me iban a ayudar tanto.

Pasaban los días y todavía tenía que lidiar con esa experiencia, pero llegaba a mi casa, y en algunos de esos momentos en lo que ya no daba más, miraba ese papel y lo leía, cuando terminaba me sentía mucho mejor. Pasaban otras cosas más, pero yo tomaba papel, lápiz (o lapicera) y escribía todo lo que sentía, capaz que no era muy directa pero lo hacía y me sentía muy bien. Y como dije, también lo leía y me sentía mejor.

Y así fue que empecé a escribir, sólo lo hago en momentos en que me pasan cosas las cuales me generan ciertos sentimientos que quiero transmitir, esa es mi inspiración.
No sabré de literatura como muchos o no tengo tantos conocimientos como otros, tampoco escribiré narraciones ni poesías ni cosas parecidas a la perfección, y no me interesa hacerlo, valoro mucho a esas personas, pero ¡qué bueno es escribir! .

Dudo que la gente vea esto, pero me pone bien escribirlo, no sé, me gusta, me expreso, soy así, la verdad que me pondrá muy contenta si lo ven porque acá soy yo misma, sentada y escribiendo, sintiéndome bien.
Soy Vlasta, la mujer que está en el arrabal, donde soy yo misma. Sin limitaciones, sin frenos, solo mi forma de ser.




Todo arrabal
Tiene lujos de pobres
Miserias ricas




(Mario Benedetti)









Vlasta*

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